De asumir la derrota cuando aún sigues en juego. De reconocerla, cara a cara, frente al espejo. De esperar que algo pase sin que nada suceda. De seguir la inercia de las irregularidades, de cada una de ellas, enlazadas como balas en el cinturón de una metralleta. De esperar el impacto. Y el siguiente. Y el siguiente. De dejarte llevar... hasta ningún sitio. De la ineficacia en la búsqueda de algo mejor por la desfachatez de la existencia.
1 comentario:
Y por qué no actuar entonces? Quizás se acorte la espera...
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