He pensado alguna vez
en taladrar con una broca mi cabeza
y hacer unos agujeros,
para que se me caigan las ideas
y quedar vacío de pensamientos.
Hay veces,
que sin quererlo,
mi cabeza pesa más que mi cuerpo entero.
Mis neuronas se dan un festín de estímulos,
y acabo por explotarlas.
Dieciséis horas de intensiva jornada laboral.
No creas, alguna vez me han intentado demandar
insatisfechas por sus condiciones.
Pero otras veces,
mi cerebro no entiende a razones.
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