NO ME LEAS



NO ME LEAS

Así funciona la primera ley fundamental de seducción. Yo te digo que no me leas, y aquí estás. Pero es que si voy a más y te digo que no te interesa nada de lo que te voy a contar, que esto no es para ti y que lo dejes ahora mismo seguirás atado a estas líneas hasta que las acabes. Porque si me haces caso y no lo lees, las dudas te asaltarán (¿y si al final decía algo interesante? ¿y si en realidad era para mi? ¿y si no lo era, qué les dice a los demás?
¿y por qué ha considerado que no era para mi?) y serán mucho más difíciles de soportar que el tiempo que tardarás en leerme.


Risto Mejide


14 de agosto de 2012

La habitación

Amanecíamos sobre el mismo colchón. Colchón que antaño había soportado noches virulentas y gloriosas. Esta vez no sé si lo habíamos pasado bien. Los recuerdos estaban desdibujados, centrifugados y puestos a secar. No serían ni la sombra de lo que fueron. La habitación era totalmente insustancial, no hacía justicia al resto de la casa. La pintura del techo se descascarillaba y bailaba hasta el suelo como las hojas en otoño. Tres noches durmiendo en esa habitación bastaron para que fuéramos un perfecto acto mimético de esa pintura desgarrada precipitándose al vacío. Caíamos en el campo gravitatorio de la desesperanza. Donde la vida se personificaba en unas manos  que estrangulaban tu cuello hasta la asfixia. Tú deslucías ese collarín allá donde ibas.  Y los niños te señalaban. 

1 comentario:

Dylan Forrester dijo...

Lo que puede pasar después de un breve y alucinante encierro, aparte de las palabras.

Saludos.