NO ME LEAS



NO ME LEAS

Así funciona la primera ley fundamental de seducción. Yo te digo que no me leas, y aquí estás. Pero es que si voy a más y te digo que no te interesa nada de lo que te voy a contar, que esto no es para ti y que lo dejes ahora mismo seguirás atado a estas líneas hasta que las acabes. Porque si me haces caso y no lo lees, las dudas te asaltarán (¿y si al final decía algo interesante? ¿y si en realidad era para mi? ¿y si no lo era, qué les dice a los demás?
¿y por qué ha considerado que no era para mi?) y serán mucho más difíciles de soportar que el tiempo que tardarás en leerme.


Risto Mejide


30 de diciembre de 2008

vísceras

Cuando apareces, me siento como una eyaculación, sentimiento placentero de poca duración. Rompes con mi esquema cerebral y de inmediato te trasladas a otro lugar. Prefiero no decir dónde. Me siento idiota. Más irracional que un lunes de carácter festivo. E igual de confuso. Mi náufrago muere en aguas sentimentales entre ventrículo y aurícula. Tengo que reconocer que tan sólo eres un cálido y visceral golpe en el pecho. Un tanto asfixiante y poco comprometedor. El tesoro secreto de un barco que un día floto en algún océano que hoy desconozco. Todavía no se que te veo. También es cierto qué no sé que puedes encontrar tú en mí. Somos ciegos, dando palos al asfalto caliente, extrañamente queriendo ser abrasados por un mismo Sol que nos deje sin pupilas, sin iris, sin córnea y sin la parte racional de nuestro cerebro. Y que no nos importe. Sobre todo, que no nos importe.

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